17 marzo 2007
Reina
Era yo una reina de pequeña. Vestía trajes de cola con brocados y me servían cienes y cienes de sirvientas pendientes siempre de mis deseos. La luz de la tarde me hacía soñar. Y la de la mañana, y los atardeceres colándose entre las hojas de hiedra del patio. El campo era una fiesta de colores, como mis lápices que siempre me acompañaban a donde quiera que fuese. Había un bufón en la corte, se llamaba Panocho el de la Pluma Roja. Panocho era un payaso que no dejaba de dar volteretas por la galería, cantaba y gritaba mientras los cascabeles que llevaba colgados de todas partes emitían tintineos incesantes. De vez en cuando un príncipe venía a romper la monotonía de palacio. Me traía bombones en una caja de oro que cada vez era más grande y que cada vez duraba menos.
Tenía yo un caballo trotón que me llevaba de paseo algunas tardes, y que se agachaba cada poco a comer hierba por los caminos. Un día se paró junto a una fuentecilla cantarina a beber agua. Y yo que tenía sed me bajé de sus lomos y llené de agua mis manos. Y entonces me entró un sueño tremendo y no tuve más remedio que dormirme. Al pie de la fuente me tumbé y me dejé llevar por el sopor y la calma del momento... Y cuando desperté la fuente había desaparecido, y ya no estaba mi caballo precioso, y a mi alrededor sólo había pantallas extrañas llenas de letras y yo estaba muy cansada. Y es más, no tenía ni idea de dónde estaba. Las pantallas parpadeaban y hacían daño en los ojos. Y me di cuenta entonces de que mis ropas ya no eran las mismas, en lugar de aquél vestido vaporoso que había lucido anteriormente, ahora sólo llevaba una especie de calzones de color azul de una tela muy basta, y una camisola de algodón sin ninguna gracia. De suerte que parecía un muchacho despeinado. Y quería esconderme y no encontraba dónde.
Mi reino había desaparecido también, un lugar frío y extraño lo había sustituído.
Y ni siquiera podía ver las estrellas...
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Reina, me has recordado a Ero.
ResponderEliminarEn ocasiones olvidamos quiénes somos y vivimos sin ser conscientes de eso hasta que nos enteramos de golpe.
¿Crees en las hadas, MJ? Quizá alguna te lleve de regreso a casa, a través del laberinto, para que vuelvas a encontrarte contigo misma. Más allá del cansancio. Más allá del dolor cotidiano en los ojos.
Un besote.
Eres una reina ;)
ResponderEliminarbesos
Un cuento precioso, ¿O no es un cuento?
ResponderEliminarBesos desde el agua.
Que haya momentos en los que no se puedan ver las estrellas no significa q no estén ahí para nosotros, solo q no podemos verlas momentaneamente. Pero no lo olvides nunca, siempre están.
ResponderEliminarAlgunos no se dan cuenta, pero su luz les ilumina. Aunq ellos no las vean..
Besos, mari preciosa
Eso te pasa por bajarte a beber agua. ¿Es que en tu reino no había vino de Ribera del Duero o como se llamen los rios en los cuentos?.
ResponderEliminarCualquier día despiertas y desaparecemos de tu pesadilla...
¡Qué pena!.
Besitos
Fulanito, no me asustes, no quisiera yo que me ocurriera lo mismo que a Ero, no me pienso morir todavía! Pero luego que cosas tan bonitas me dices, te mando otro besote a ti.
ResponderEliminarPilar: tu si que lo eres! Otro beso.
Alba, Alvaro, es un cuento a medias, como bien decís... Dos besazos.
Cu, ya lo sé que están, vaya si lo sé. Solo que a veces cuesta tanto verlas... Besos, Cu guapísima.
Vitore: pero hombre por dios, no estáis vosotros en mi pesadilla precisamente! Todo lo contrario, faltaría más...Hablaba yo de pantallas, pero no precisamente de estas que son ventanas por donde os asomáis. Estas no.
Un vinillo, eh? Y más besitos pa ti.
la reina de los colores , la reina de los ojos llenos de luz ... la reina de la Mancha ,,....
ResponderEliminarme gusta este derroche de fantasía e imaginación ...
buen día reina mía
Mira a ver si te despiertas ya que lo que pasa es que te has dormido y tienes una pesadilla. Cuando despiertes ahí estarás con tu vestido vaporoso, tu corcel y hasta tu príncipe a los pies.
ResponderEliminarAbrazooooooooo