21 marzo 2007

21 de Marzo





Ella no sabe cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que montó en bicicleta. Tenía una bicicleta roja de aquellas antiguas pesadas y preciosas y con ella daba largos paseos por la carretera que salía del pueblo hasta el santuario. En primavera, esas primaveras que se disfrutaban entonces, el campo se llenaba de amapolas rojas como sus labios y las abejas libaban a placer y si te descuidabas incluso se mezclaban con tu pelo y te daban más de un susto (hay que tener cuidado con las abejas cuando se monta en bici). A veces encontraba junto a la carretera un peral lleno de peras de San Juan que se deshacían en la boca y la inundaban de un regusto dulce. Y a veces de paso se comía un gusanito desprevenido...


Ya no sabe si ahora sería capaz de guardar el equilibrio. Sus piernas ya no son las de antes. Está ahora bastante más patosa. Y ni hablar de hacer locuras como por ejemplo lanzarse cuesta abajo a toda velocidad con los brazos hacia arriba, a pique de matarse. Qué locura! Era, eso sí, una locura que merecía la pena. Un gustazo, vamos.


En aquellas primaveras el tiempo era suave y agradable, y se ponía la gente una prenda que ahora casi ha quedado en desuso: una REBECA. Era el tiempo intermedio. Ni calor ni frío. ¿Alguien recuerda un tiempo así? Cuando te levantabas de la cama sabías perfectamente el tiempo que iba a hacer según la estación del año en que te encontraras. Increíble! No como ahora, que aunque un día parezca verano, no te puedes fiar, porque al día siguiente, que sales tú tan alegremente con una ropita ligera, más contenta que unas castañuelas y esperando disfrutar de un solecito rico rico, va y te cae de repente una nevada de mil demonios. Y así no se puede, claro. Con ese desbarajuste a ver quién baja la guardia...
La gente salía a la calle conjuntada, todos más o menos con ropas parecidas. Según la estación. No como ahora, que sales a la calle y te puedes encontrar igual una jovenzuela con una camiseta de tirantes que un muchachote con un plumas calado hasta las orejas. Es lo que tiene este tiempo de ahora.
De suerte que la cabeza se hace un lío y ya no sabemos en qué día vivimos.
Dicen que hoy ha empezado la primavera. Ja! Yo con la rebeca no salgo. Además ya no tengo ninguna...

6 comentarios:

  1. jajajaja, cuánta razón tienes, hija ;)

    Yo tampoco me pongo rebeca, ea!!!

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  2. La boca agua se me ha hecho con las peras, hija...
    Y que razón en todo y sobre todo en las abejas y las bicicletas, o los mosquitos que te entran en la boca.
    Hmmm... los campos llenos de amapolas...
    Besoss

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  3. El verano pasado se nos ocurrio a todos irnos al Retiro en bici, Alvaro mis dos niños y yo. ¡Casi me muero! los tres tan frescos y yo no podía pedalear, te lo juro, era imposible. Al final tuvimos que ir andando, que horror. Y tanto que se pierde la costumbre. Y ya sabes, en Madrid no existe la primavera, pasamos del calor al frío de un día para otro. "Pos aver" si llega el calor, leñe, que estoy harta de tanto frio.

    Besitos abrigados.

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  4. Pues yo sí tengo rebecas ;), pero no las llamo así q suena muy cursi!. Y también tengo una de esas bicis antiguas en la casa del pueblo, la q tenía mi padre cuando era jovencito, y campos de amapolas q en unas semanas estarán a reventar. Y de los gusanos despistados no me hables...; sabes q esos malditos pegan unos saltos de la hostia!?.

    El tiempo está loco, nenita, pero aún con eso viene la primavera y verás como podremos disfrutar de ella y salir a la calle a montar en bici, q seguro q todavía recuerdas como, y a comer helados!!! ;))). Los habrá con sabor a pera?

    Un besazo!

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  5. Anónimo1:02 a. m.

    Os acordais que la rebeca se llamaba así por una peli famosa en que la prota la llevaba a todas horas???
    ¿No es lo que se llama ahora chaqueta?
    Bueno es igual la cosa es que tienes razón con lo del desmadre meteorológico.
    A ver si la proxima ilustración de amapolas la haces tu. Que estos no se han enterao que eres una artista.

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  6. Nadar, patinar y montar en bici no se olvida nunca...te lo digo yo...

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